martes, 23 de julio de 2013

La medición de tu marca personal

Imagino que habrás escuchado alguna vez aquello de “lo que no se mide no se controla y, por lo tanto, no se puede mejorar”. En efecto, aquello de lo que no se estudia su eficacia, efectividad y eficiencia actual nunca se sabrá si se puede hacer algo por mejorarlo o si por el momento ya está funcionando según lo previsto y deseado.

Pero, ¿qué diferencia existe entre estos tres términos tan parecidos?
  • La eficacia se refiere a la capacidad de lograr el efecto que se desea.
  • La efectividad, a la posibilidad de que alguien pueda beneficiarse de la acción objeto de estudio.
  • Y la eficiencia se refiere a la capacidad para lograr el efecto deseado con el menor número de recursos y tiempo posibles.

Cuando te plantees potenciar tu marca personal tienes que dedicarle un tiempo a medir estas tres “E” de tu trabajo.

A modo de síntesis podríamos decir que:
  • El manejo de tu marca personal será eficaz en el momento en el que te esté ayudando a alcanzar las metas propuestas. Por ejemplo:
  • Encontrar trabajo
  • Posicionarte en las redes sociales
  • Darte a conocer para publicar un libro
  • Alcanzar la posición deseada desde la que poder transmitir tu mensaje
  • Será efectivo cuando el resultado de ejecutar la acción o de haber alcanzado el objetivo marcado esté llevando a otros a un beneficio que antes no tenían. Siguiendo con los ejemplos anteriores:
  • Salir de una situación de desempleo que permitirá llevar hacia delante a tu familia con más sosiego.
  • Compartir conocimiento con los demás a través de las redes sociales como Twitter, LinkedIN…
  • Emocionar al lector que ha comprado tu libro.
  • Mediante un mensaje o discurso, movilizar y ayudar a personas que pueden estar viviendo una situación común.
  • Y será eficiente cuanto menos recursos (materiales, económicos y humanos) y menos tiempo estés invirtiendo para comenzar a ver resultados.


Para medir la eficacia bastaría con conocer ciertos aspectos cuantitativos, mientras que para medir la efectividad deberías recurrir a aspectos cualitativos. Medir la marca personal desde la vertiente cuantitativa no es tan difícil como desde la cualitativa. La primera puede ser medible de manera objetiva mediante el número de seguidores que tienes en las redes sociales en las que te encuentras activo, el número de retweets, de comentarios y de “me gustas”, entre otros. La segunda, en cambio, requiere dar un paso de análisis más profundo porque se trata de averiguar los motivos que a una persona le llevan a seguirte, a escribirte, a leerte y, en definitiva, a dedicar su tiempo a conocerte a través de lo que escribes o publicas en la web. Por su parte, la eficiencia será medible cuando conozcas el alcance del efecto de tu marca personal en los demás y comparando dicho alcance con la cantidad de tiempo y recursos destinados para tal efecto.

Es necesario, por lo tanto, un estudio de medición del impacto que está dejando el trabajo que de tu marca personal estás haciendo. Es muy importante recibir lo que los conocidos y los anónimos te dicen sobre lo bien y/o lo mal de lo que haces, dando una respuesta siempre a esas opiniones a las que inevitablemente te expones, sin entrar en confrontaciones y aprovechando las buenas opiniones para saber el camino por el que continuar y las malas para reconstruir, si fuera necesario, y mejorar. Y si no recibes lo necesario para medir, entonces pregunta directamente mediante la publicación de contenidos que provoquen una respuesta o mediante una encuesta directa al lector/seguidor.

Al final, la medida ideal nunca dejará de ser un compendio de lo ya objetivo y cuantitativo (“me gusta”, followers, retweets…) y de lo cualitativo, que se hará realmente objetivable cuando las personas del mundo online (el virtual) tengan la misma respuesta y constancia en el mundo offline (el real o físico) ya sea mediante el contacto personal, a través de una muestra fehaciente de que dedica su tiempo en seguirte realmente y no sólo en un fácil y rápido click al “me gusta”  y, en definitiva, en la “compra” de tu producto, que no te olvides es tu objetivo final.


miércoles, 17 de julio de 2013

Decide ser feliz!



 



En esta ocasión prefería comenzar con un video. Se trata del inicio de la película de dibujos animados UP.

Bueno, ¿qué tal?, ¿cómo se te ha quedado el cuerpo?. Da que pensar ¿verdad?. Y es por eso que quería comenzar de esta manera, porque en realidad sólo con el video se permite conseguir la reflexión a la que pretendo que llegues tras leer mi artículo de hoy.

La reflexión de que la vida es sólo un momento, o si prefieres lo digo en plural, son momentos. En sí el número es lo menos importante, lo que realmente importa es que hay que saber disfrutarlos en su totalidad. Hay que disfrutar el ahora con lo que venga, sin esperar un mañana mejor y sin arrepentirse de que el ayer no fue lo que uno esperaba. La felicidad no llega, la felicidad siempre está ahí para cuando tú decidas verla y aprovecharla.

Las cosas materiales y todo por lo que luchaste se queda ahí. Y aunque suene fuerte y frío, las personas por las que luchaste y por las que no fuiste correspondido llegando incluso a lastimarte, también se quedan ahí al mismo nivel (a veces a un nivel inferior) que las cosas materiales. Valora a quienes te valoran y disfruta de las cosas, de las personas y, sobre todo, de ti mismo en cada momento en el que se te brinde la oportunidad. No pierdas el tiempo con alguien que no tiene tiempo para ti.

Tampoco te arrepientas por no haber conseguido un propósito. Seguro que en el camino por alcanzarlo aprendiste muchas cosas, conociste a gente encantadora y te supiste conocer también mejor a ti mismo. Quédate con eso y recuerda siempre que la felicidad no depende de lo que te falta, sino del buen uso que le das a lo que tienes.

Ser feliz es una decisión que nace siempre de la persona. No es una condición ni consecuencia de las circunstancias. Un mismo hecho puede ser motivo de felicidad para uno y no serlo para otro… caso más evidente que la felicidad la define cada individuo a su nivel desde su propio interior.

Y qué decir del dinero, ¿la felicidad tiene precio?, claro que no. El dinero puede acelerar tus objetivos, puede hacer que aquello a lo que llamas felicidad lo tengas más rápidamente al alcance de tus manos, pero el no tener dinero no significa que no puedas ser feliz. Todos conocemos personas menos favorecidas económicamente que son más felices que otras a las que el dinero parece sobrarles. Y eso es así porque la felicidad no tiene precio. La felicidad tiene nombre propio: “Vida”, la que dependerá exclusivamente de ti si la disfrutas o no.

¡Y qué mejor frase que esta para resumir la entrada de hoy!

"Nos tiramos la vida esperando a que pase algo 
y al final lo único que pasa es la vida"


Decide ser feliz! es también el slogan de la página en Facebook. ¡Conócela y hazte fan! https://www.facebook.com/alexgez.blogspot.com.es 



lunes, 8 de julio de 2013

Delegación de tareas y Asertividad: dos habilidades que minimizarán tu estrés


Tanto en la vida profesional como en la personal hay veces que acaparamos más tareas de las que en realidad podemos asumir. En unas ocasiones debido a la desconfianza que se nos genera al pensar que al dejarlas en manos de otro pueda suponer que después tengamos que ir a rehacer el trabajo, habiendo perdido el tiempo. En otras, por el miedo a decir “no”.

La confianza en uno mismo es importante, pero llevada al extremo y pensar que sólo uno es capaz de llevar a cabo una tarea con éxito puede provocarnos situaciones de estrés. Del mismo modo, el ser incapaz de decir un “no” cuando toca puede poner nuestro reloj en contra y no llegar a cumplir con los objetivos que, en gran medida, nosotros mismos nos habíamos comprometido a alcanzar.

La capacidad de delegar tareas y la asertividad pueden ser dos armas que jueguen a nuestro favor para descargarnos de situaciones de estrés que nos sobrepasen.

Te presento estas dos habilidades:

  1. Saber delegar:
La predisposición y la implicación a la hora de llevar a cabo las tareas propias y en ocasiones incluso otras que no son de tu competencia directa, pero que crees poder llevar a cabo, pueden volverse en tu contra y transformar tu valía como buen profesional o persona en alguien incapaz de gestionar y lleno de carencias.

¿Conoces la Matriz de Eisenhower para priorizar tareas?

En ella se dividen las tareas en 4 grupos según su Importancia (referida a si la tarea es crucial para llegar a los objetivos y metas personales/profesionales) y su Urgencia (referida al tiempo, a las consecuencias que se desprenden de que esa tarea no se aborde inmediatamente).

Mira los cuatro cuadrantes en la imagen del artículo. Con ella quizás tengas una ayuda a la hora de saber qué delegar y qué gestionar por ti mismo. Ya sólo te faltará encontrar a la persona adecuada y de confianza en quien delegar.

  1. Ser asertivo/a:
La asertividad es más que decir “No”. Una conducta asertiva implica la expresión directa de los propios sentimientos, necesidades, opiniones… sin amenazar o castigar a los demás, pero tampoco sin someterse a las peticiones de otros.

Ser asertivo/a te puede facilitar la comunicación al demostrar que actúas con franqueza y sinceridad ante una situación sobre la que tienes alguna creencia, opinión y capacidad de decidir.

Esta habilidad social, como cualquier otra, puede trabajarse mediante un correcto uso de la mirada, la postura, el tono y el volumen de la voz. De nuevo, la parte emocional con la que se dicen las cosas (ese feelback del que en su momento hablé) tiene un papel fundamental en la comunicación interpersonal.


Llegados a este punto, afirmo que “Saber delegar” y “Saber decir no” son dos habilidades que pueden ayudarte, entre otras cosas, a ser más eficiente y eficaz en el cumplimiento de tus funciones y tareas como profesional y como persona.