lunes, 25 de noviembre de 2013

No es lo mismo predicar que dar trigo

Una vez, cuando era niño, recuerdo que en el colegio me hicieron memorizar una lista enorme de refranes. Uno de esos refranes que nunca se me ha vuelto a olvidar, y que incluso uso con frecuencia, es aquel que dice No es lo mismo predicar que dar trigo.

Seguramente, haya diferentes adaptaciones de este dicho y, es probable, que lo conozcas de otra forma, pero en definitiva el mensaje al que nos quiere hacer llegar no es otro que el de demostrar que la mejor forma de querer transmitir conductas y valores a los otros es mediante el ejemplo; mucho más allá que desde la propia palabra.

Las palabras deben acompañarse de hechos para ser realmente significativas. Es mucho más fácil hablar o dar consejos que poner en práctica lo que decimos o aconsejamos. Por desgracia, estamos rodeados de una sociedad donde la mayoría de las personas opinan y aconsejan sin haber antes reflexionado sobre las emociones, los sentimientos y el entorno que rodea al aconsejado. Falta mucha empatía y mucha capacidad de escucha y de reflexión antes de decir lo primero que se le pasa a uno por la cabeza.

Quizás con la oratoria se pueda llegar a convencer y a ayudar a reflexionar, pero eso pasará una vez e irá perdiendo fuerza conforme quien la predique no sea el primero en dar el ejemplo de las palabras que emite. Situaciones reales en las que poder aplicar este refrán podemos encontrar por todas partes, y más hoy en día que por medio de la palabra se pretende calmar a una sociedad que con frustración ve cómo los líderes son los primeros en no aplicarse y en no cumplir con los mensajes y con las medidas que se imponen prácticamente a diario en el país (recortes salariales, regulaciones de empleo, recortes también en sanidad, en educación…).

Si pretendemos cambiar el mundo, si pretendemos aprender de nuestros errores y si pretendemos salir reforzados de estos tiempos, con el único objetivo de ser mejores y de estar mejor, no tiene sentido que sólo hablemos. Son tiempos de cambios, son tiempos de innovación y son tiempos en los que todos deberíamos ser capaces de educar no sólo con la palabra, sino sobre todo mediante acciones a todos aquellos para quienes somos el modelo a seguir.

El siguiente video no deja indiferente a nadie. Se trata de un video utilizado en una campaña por una asociación australiana contra el abuso y el abandono infantil (NAPCAN). En él se muestran diferentes comportamientos de adultos imitados por niños.


“Dar ejemplo no es la principal manera de influir sobre los demás; es la única manera” 
(Albert Einstein)

jueves, 14 de noviembre de 2013

Una comunicación muy orgánica

La comunicación es un proceso complejo que combina emociones, experiencias y pensamientos. Hoy leía unos apuntes sobre comunicación organizacional y mi cerebro trabajaba paralelamente haciendo un símil que voy a tratar de plasmar en las siguientes líneas.

Pensemos en una organización como si de un cuerpo humano se tratase. Los diferentes órganos vitales (el corazón, el hígado, los riñones, el cerebro, los pulmones…) son lo equivalente a los departamentos de la empresa (el de ventas, el de compras, el de marketing…). Algunos órganos, según sus funciones, se agrupan formando aparatos (el hígado y el estómago forman el aparato digestivo), del mismo modo que algunos departamentos forman áreas estratégicas en la organización (los de relaciones laborales, selección de personal y formación forman el área de Recursos Humanos). 


Partiendo de esta metáfora, entendida por cualquiera de los lectores tanto si sois médicos o empresarios como si somos ignorantes de la medicina o asalariados, sabemos a ciencia cierta que para que todo sistema funcione (humano o empresarial) es requisito necesario e imprescindible que todas las áreas estén adecuadamente compenetradas y trabajen de manera coordinada. En caso contrario, comienzan a surgir problemas que pueden llevar al organismo a la muerte.

Para que exista este orden necesario, la comunicación toma un papel fundamental. Ésta actúa como integradora de todas las partes del único cuerpo que forma la organización e impide que, por ejemplo, la cabeza no sepa lo que ocurre en los brazos o que las piernas actúen sin escuchar lo que el cerebro les ordena. Debe existir, por lo tanto, comunicación en sentido ascendente, descendente y horizontal para que todo fluya en armonía. Cuando la comunicación falla, la enfermedad surge y, si no se trata, el fracaso empresarial se hace inminente. Una comunicación fallida en la empresa produce muchos fenómenos negativos en quienes la componen (desmotivación, frustración, falta de implicación…) y entre ellos el más corrosivo y susceptible de que produzca metástasis como es el ir a buscar respuestas por vías secundarias, generando lo que en su día llamé el cáncer de la empresa: el rumor.

A diferencia del cuerpo humano donde podemos colaborar, pero no controlar al 100% lo que internamente nos ocurre, en la organización en general y en departamentos estratégicos en particular existe la posibilidad de tener un control unitario del proceso de comunicación. Ésta debe seguir una serie de normas para que sea fluida y eficaz. Destaco las siguientes:
  • Tener muy claro lo que se quiere decir y no divagar en el intento.
  • Ser claro y conciso, adaptando el lenguaje al interlocutor.
  • Dar más importancia a la resolución de un problema que a la búsqueda de culpables y motivos que lo originaron.
  • Ejemplificar el mensaje siempre que sea posible con actos o palabras para que sea más fácil de entender y llegue mejor al interlocutor.
  • Pedir opinión a las personas a quienes se dirige el mensaje para que se sientan más involucradas.

miércoles, 6 de noviembre de 2013

Reinvéntate: la metamorfosis ya es necesaria


Detrás de las estrategias de las empresas estamos nosotros, las personas. Cada vez más a los empleados se nos pide directa o indirectamente que cambiemos, porque se sabe que no hay otra forma de que la empresa consiga migrar hacia el cambio necesario al que se ve abocada para subsistir mas que logrando que todos sus empleados cambien con ella.

La casuística en los perfiles profesionales es variopinta: están los que se adaptan a los cambios exigidos; aquellos (los menos por ahora) que se incorporan a la empresa para ayudarle en ese proceso de renovación; también quienes abandonan el barco y aquellos otros que sin abandonarlo saben que su caducidad profesional se acelera y es cuestión de tiempo que se prescinda de sus servicios.

Si sabemos que sí o sí debemos reinventarnos ¿por qué no hacerlo de manera proactiva y antes de que tengamos que hacerlo por imposición?

Para reinventarnos quizás pensemos en que deberemos reinvertir en formación. Y utilizo la palabra “reinvertir” porque ya en su día muchos de nosotros (algunos gracias a nuestros padres) invertimos en la formación con la que hoy contamos. No digo que no haya realmente que hacer una inversión económica (que sí de tiempo) si creemos necesaria una formación específica o reglada, pero no es siempre necesaria y más teniendo en cuenta que la autoformación es hoy día una realidad al alcance de cualquiera, básicamente porque a través de la red (e-learning) se nos brindan multitud de posibilidades: videos, lecturas, networking, redes sociales profesionales, etc.

Si eres de los que te has ido reciclando constantemente no te resultará tan difícil acelerar un poco el ritmo para conseguir una reinvención en el momento que tu puesto de trabajo o tu situación profesional lo requiera. Si por el contrario te acomodaste y pensaste que la zona de confort sería vitalicia, te va a costar un poco más afrontar el cambio más o menos radical, pero sí necesario, que ya te puede haber empezado a tocar o que es probable que tengas que experimentar en breve.

Te presento en este caso algunos consejos que pueden ayudarte a conseguir esa reinvención que te permitirá seguir siendo competitivo o incluso salir mejorado:
    • Mantén ante todo una actitud positiva: “si quiero, puedo”
    • Aprende a manejar tus emociones, especialmente aquellas negativas que actúan como freno a la acción.
    • No pretendas ser como nadie. Sé tú mismo y potencia todo lo bueno que tienes y que te puede hacer sobresalir y diferenciarte de los demás. Trabaja tu marca personal.
    • Márcate objetivos realistas y alcanzables. Está bien que tengas una meta, pero créate submetas que puedas conseguir en el corto plazo y prémiate cada vez que las consigas.
    • Conecta con personas con las que compartas aficiones o inquietudes. Comparte y aprende con ellas.

Y como dijo Charles Darwin:

“No es la especie más fuerte la que sobrevive, sino la que responde mejor al cambio”