jueves, 5 de junio de 2014

La cara amarga del uso de las redes sociales

Recientemente he llegado de pasar unos días de vacaciones en Cuba. Durante algo más de una semana no he tenido acceso a Internet por las ya conocidas restricciones y dificultades que el país tiene para ofrecer la conexión. Mi teléfono móvil ha funcionado exclusivamente como alarma/despertador y la ocasión me ha servido para reflexionar sobre la tremenda dependencia que tenemos a Internet. Estar desconectado me ha servido también para revivir algo que algunos ya ni han conocido y que yo no había vivido desde hacía muchos años, un mundo sin Internet en el que las personas disfrutan de otro modo y en el que es muy complicado llegar a verles con un teléfono móvil en las manos como vemos aquí miremos hacia donde miremos.

Como todo en la vida los extremos nunca son buenos. Si en anteriores artículos hablé sobre las desventajas de no querer estar conectado a un mundo 2.0 como el actual, hoy voy a hablar sobre los inconvenientes que tiene el estar literalmente enganchado a las redes sociales.

La adicción a las redes sociales y al estar conectados a todas horas con este mundo virtual hace que se pierdan muchos momentos, situaciones e incluso experiencias con personas que tenemos en nuestro entorno presencial más inmediato. Además, la adicción no sólo puede tener efectos psicológicos sobre quien la padece, sino que los descuidos por la atención fijada en el móvil pueden provocar accidentes tales como atropellos, choques entre personas o tropiezos.



Las redes sociales llegaron para quedarse y han abierto puertas y posibilidades a muchas personas para estar en contacto sea cual sea su situación geográfica. Mediante las redes sociales podemos obtener respuestas al instante, podemos compartir conocimiento, difundir noticias y conocer a personas que de otro modo sería prácticamente imposible. Pero un mal uso de las mismas puede causar problemas en la vida cotidiana de las personas, privándoles de su tiempo con sus allegados y con actividades que requieren una atención mínima para su correcto desempeño.

La adicción causa distracciones en el puesto de trabajo, impacto negativo en las relaciones personales sobre todo con personas que no hacen uso de redes sociales, reducen la actividad física, las horas de sueño, provocan despistes en la carretera, etc, por no entrar en el perjuicio que pueden llegar a tener en la seguridad de los datos privados de las personas, quienes en muchas ocasiones caen en el olvido de que cualquier cosa que se cuelga en la red puede tener espías o hackers por muchos que sean los filtros de seguridad que uno ponga en sus publicaciones.

La dependencia a las redes sociales no tardará en ser considerada una enfermedad y, en pocos años, la encontraremos en los manuales de trastornos psicológicos, pues afectarán directamente al individuo en su entorno social, laboral, personal y, por lo tanto, emocional. Porque no olvidemos que en el trasfondo de cualquier conducta subyacen nuestras emociones y no existe muestra más simple de ello en el hecho de que todos nos hemos reído, enfadado y preocupado ante un móvil, un ordenador o una tablet, simplemente porque al otro lado otra persona estaba también expresando sus emociones, sentimientos y comportamientos que provocaban en nosotros esas respuestas emocionales.

La adicción puede acarrear intranquilidad, nerviosismo, irritabilidad y estrés cuando por cualquier razón no se tiene acceso a Internet, provocando consecuencias negativas en la esfera social del individuo. De hecho, cada vez más escuchamos palabras como: FOMO - Fear of missing out (obsesión por perderse algo que esté sucediendo), Whatsappitis (adicción al whatsapp), Nomofobia (ansiedad por la ausencia de móvil), Vibranxiaety (percepción errónea de que el móvil está vibrando), ejemplos de las denominaciones que ya comienzan a darse a este tipo de adicciones.

Si el tiempo que se le dedica a las redes sociales va in crescendo puede llegar el momento en el que se vean afectadas nuestras relaciones cara a cara con amigos y familiares, convirtiéndonos en personas cada vez más asociales, al menos en el entorno offline, convirtiéndonos en sujetos pasivos y ajenos a las situaciones que se están desarrollando a nuestro alrededor. 

2 comentarios:

  1. Excelente artículo. Sólo que la palabra antisocial está fuera de contexto. Seria "Asocial" . Saludos.

    ResponderEliminar
    Respuestas
    1. Muchas gracias por notificarme el error (ya queda rectificado). Un saludo enorme!!

      Eliminar