miércoles, 23 de julio de 2014

Sobre coherencia y marca personal


Se suele decir que una persona es coherente cuando lo que siente, dice y hace coincide. Y en efecto estos son los tres aspectos que tienen que estar en consonancia si queremos hablar de coherencia.

Por muy buenos que sean tus valores, por muy buen orador que seas o por muy correcto que parezcas al ejecutar una acción, si los tres puntos no están alineados nunca podrás trazar una línea recta que te brinde coherencia.

Todos conocemos personas públicas y no públicas cuyos argumentos, sus mítines y su oratoria son perfectos y a priori creíbles, pero que a la hora de la verdad actúan de una manera totalmente contraria a estos valores que en su día transmitían con tanta seguridad. Estos personajes pueden llegar a tener éxito en el corto plazo, pero a la larga sus marcas personales salen escaldadas y con ellas pierden cualquier credibilidad y respeto, generando odio y rechazo por parte de quienes en su día les apoyaron.

Es por ello que aunque en el tiempo sea más lento y costoso uno siempre debe optar por trabajar la coherencia desde sus propios valores, dichos y hechos. Sólo así se asegurará la credibilidad y la firmeza en la huella que deje en los demás tanto a nivel personal como profesional.

Para conseguir un trazo perfecto de tu línea recta personal tienes que comenzar por conocerte primero desde tu interior: cuáles son tus valores, qué sientes cuando haces las cosas de una manera y cuando las haces de otra, cómo te comunicas contigo mismo… porque este es realmente el trabajo más lento y el más difícil. A partir de ahí, la visibilidad de cara a los demás dependerá de tu capacidad para plasmar esos valores y esa labor de autoconocimiento en palabras y hechos y esto ya es cuestión de tener bien definidos el dónde estás y el adónde quieres llegar.

Más potente va a ser la marca personal de una persona con valores perversos y que actúe y defienda sus actos acorde a esos valores que la de una persona con valores perversos que transmita todo lo contrario y, finalmente, acabe por actuar conforme a esa perversión que tiene interiorizada. Si los valores y las acciones no coinciden con lo que uno comunica es muy probable que la estrategia de esa persona acabe por autodestruirse en cuestión de tiempo.

Cualquier curso o programa de comunicación que no empiece por la enseñanza de ciertas capacidades y habilidades para trabajar la autocrítica y el autoconocimiento, no puede tener éxito a la hora de ponerlo en práctica en una empresa o fuera de la misma. La fachada comunicativa no puede ser sólida, consistente y duradera en el tiempo si en el interior las vigas se están tambaleando a su antojo. Es mucho más sencillo transmitir estrategias comunicativas que transmitir trabajo personal hacia el interior de uno mismo, porque para conocerse uno a sí mismo se requiere constancia, tiempo, compromiso y mucha valentía, ya que a nadie le gusta ser consciente de que tiene debilidades que requieren una atención especial.

Mi consejo: "Para conocer bien a una persona, grupo u organización no escuches lo que dice, escucha lo que hace"; recuerda que las palabritas se las lleva el viento.

lunes, 14 de julio de 2014

Las redes sociales y la transformación cultural de las empresas

Las NTIC (nuevas tecnologías de la información y la comunicación) están penetrando de manera viral en todos y cada uno de los estamentos jerárquicos de las organizaciones. A nivel individual y colectivo, personal y profesional, organizado y desorganizado, formal e informal, coloquial y estructurado… las nuevas tecnologías ya forman parte de nuestras vidas como cualquier otro complemento que a diario utilizamos para estar en casa o para salir a la calle.

Si la empresa quiere ser competitiva y no quedarse atrás en su carrera por la supervivencia debe aceptar, estimular y promover el uso de las redes sociales entre sus colaboradores. Estoy de acuerdo en que se requiere un control de la mala práctica que cualquier empleado pueda realizar en horas de trabajo (el uso de redes sociales personales no tiene que tener cabida durante la jornada de trabajo), pero no para ello se debe eliminar por completo el acceso del empleado al manejo de herramientas sociales, pues de este modo estamos capando también la posibilidad de aprovechamiento por parte del empleado, y por ende de la empresa, de todo el beneficio que las redes sociales nos pueden aportar.


Las redes sociales nos permiten acelerar nuestra toma de decisiones, agilizando así la competitividad de los negocios. Ahora no tenemos que estar sólo pendientes del momento en que va a tener lugar una reunión de trabajo para plantear y resolver dudas o sugerencias; las redes sociales nos permiten estar en contacto continuo con aquellas personas que poseen el conocimiento o la capacidad de tomar decisiones estratégicas en la empresa. La dispersión geográfica ya no es un problema, las redes sociales nos permiten reunir ideas y pensamientos de un equipo que físicamente no esté en el mismo lugar. Además, el acceso a la información es tan rápido que en cuestión de segundos pueden disiparse las dudas por las que se esté realizando la consulta y esto repercute positivamente en la agilidad para escoger el camino correcto y poder tomar decisiones.

Un conjunto de personas con la posibilidad de estar conectadas a todas horas y desde cualquier lugar estimula la innovación, multiplica el conocimiento y permite hacer de una organización un negocio inteligente y efectivo. Las grandes empresas ya no deben preocuparse tanto por buscar un experto para cada uno de sus centros de trabajo pues el conocimiento fluye perfectamente a través de la red y, seguramente un menor número de profesionales, pero con buen manejo de herramientas sociales pueden ser más eficaces que profesionales dispersos geográficamente sin más contacto que el que puedan tener en el entorno físico en el que trabajen.

La integración de las redes sociales en la organización se está convirtiendo, y así debe ser, en una transformación cultural. Si tan solo hace unos años se penalizaba el uso de teléfonos móviles durante horas laborales, ahora cualquier aparato tecnológico del que se haga un buen uso puede ser la herramienta de trabajo más potente de la que se disponga. La empresa debe adoptar una mentalidad de aceptación del manejo de las redes sociales por parte de sus empleados, formándoles y dotándoles de las mismas y creando comunidades profesionales enfocadas al emprendimiento de nuevos retos y al alcance de ciertas metas que la hagan cada vez más competitiva.


viernes, 4 de julio de 2014

7 capacidades para mejorar tu Inteligencia Emocional

La habilidad para percibir, entender, razonar y manejar las emociones de uno mismo y la de los demás es lo que generalmente conocemos como Inteligencia Emocional. Esta habilidad está relacionada con ciertas capacidades que determinan cómo reaccionará una persona ante sus propios sentimientos y ante los sentimientos de los otros.

Una persona emocionalmente inteligente muestra automotivación, perseverancia a pesar de las dificultades y frustraciones, autocontrol, empatía y comprensión ante las necesidades de los demás y, ante todo, mucho positivismo.

Partiendo con estas cuatro pinceladas introductorias a la inteligencia emocional no cabe duda que debemos elaborarla, potenciarla y practicarla primero internamente para, después, ser capaces de utilizarla en beneficio a quienes nos rodean. Es por ello que para ser más inteligentes a nivel emocional tenemos que hacer hincapié en estas 7 capacidades, recordando la secuencia: primero tiene que ser internamente y segundo con y para los demás.
  1. Sé empático: para poder ponerte en el lugar de los demás, primero debes saber identificar tus pensamientos y sentimientos y la fuerza que cada uno de ellos ejerce sobre las decisiones y acciones que llevas a cabo. Cuando llegues a entender que tus emociones te hacen actuar de una forma u otra estarás preparado para poder entender en qué grado cada persona puede actuar de distinta manera y verse afectada con diferente intensidad ante una misma situación.
  2. resiliente: aprende a reconocer el desencadenante de tu estrés y cómo afrontarlo ante situaciones difíciles. La capacidad para salir airoso de una situación difícil, de la cual te llevas un aprendizaje y un refortalecimiento de tu fuerza interior, es necesaria para trasladar esa misma fuerza a las personas que estén pasando por un bache emocional.
  3. Ábrete a nuevas ideas: combate tus miedos, sólo tú puedes conseguirlo. Lánzate, atrévete, prueba y sal de tu zona de confort. Descubre todo aquello que te estás perdiendo a tu alrededor y sólo cuando lo hayas intentado podrás determinar qué te gusta y qué no.
  4. Sé desinteresado: una persona egoísta carece de empatía y dirige sus conductas a su propio beneficio. El altruismo te va a permitir hacer cosas por y para los demás sin esperar nada a cambio. Nunca se sabe si algún día vas a ser tú quien de ellos necesites un empuje de ilusión.
  5. Autoconócete: atiéndete a ti mismo y conócete ¿cómo si no podrás conocer a los demás?. Está bien que sepas conocer tus puntos fuertes y tus limitaciones, de este modo es mucho más fácil entender que los demás también las tienen y no tienen por qué ser las mismas que las tuyas.
  6. Comunica: practica tus habilidades comunicativas. Tan importante es la comunicación intrapersonal como la interpersonal. Y la segunda nunca podrá ser excelente si antes la primera no se ha trabajado correctamente.
  7. Sé optimista: asumido queda que todo tiene su parte positiva y su parte negativa. Debemos aprender a hacer del limón limonada y llegar a entender que cualquier contratiempo siempre es una lección que nos permite ser cada vez más sabios.

Y recuerda que tener una inteligencia emocional bien trabajada posibilita el éxito en las relaciones humanas y profesionales, contribuye al clima constructivo en las organizaciones, potencia la creatividad y nos acerca a la felicidad en tanto nos sentimos mejor con nosotros mismos y con el feedback que de los demás recibimos.