jueves, 26 de febrero de 2015

Cuando la empresa transforma la necesidad en abuso

En esta ocasión te hablo a ti que ocupas el cargo de la alta dirección de tu empresa o algún cargo de responsabilidad en el departamento de recursos humanos de la misma. A modo de reflexión intentaré plasmar en las próximas líneas algo sobre lo que he pensado en estos últimos años y sobre lo que he discutido y compartido opinión con colegas de profesión. Me agradaría saber que mientras las estés leyendo también ocurra que tu pensamiento y el mío estén alineados.

Durante los últimos años hemos vivido y muy probablemente sigamos viviendo una de las peores crisis económicas de las últimas décadas. La crisis nos ha traído numerosos cambios que nos habrán afectado más de lleno o más de refilón, pero quién más quién menos conoce a alguien que ha sido víctima de todo este panorama.

En el mundo laboral muchas han sido las empresas que han tenido que reducir sus plantillas, que han tenido que reducir jornadas, que han cerrado sucursales o, aún peor, que directamente han desaparecido del mapa. Los empleados hemos tenido que adaptarnos a esos reajustes que las empresas se han visto forzadas a realizar por asegurar su supervivencia, reajustes lógicos y esperemos que acertados con tal de encontrar el bien común de la empresa y de quienes en ella trabajan.


Pero la buena praxis no se puede generalizar y todos hemos escuchado casos en los que el empresario deja de lado sus valores y principios aprovechándose de la situación y cruzando los límites de lo necesario en ese momento, llegando a lo que se puede considerar un exceso en perjuicio del empleado.

Debemos ser conscientes que si queremos preservar el talento en nuestras organizaciones y tener a los mejores de cada sector nunca podremos rebasar la barrera de lo justificable. Cualquier empleado es consciente que esta crisis nos obliga a vivir en un tira y afloja y ha aceptado la situación como ha venido cuando ésta ha sido explicada abiertamente, con transparencia y aplicada con coherencia y de manera justa. Cuando las decisiones empresariales se han llevado a cabo con informaciones ocultas o difusas generando rumorología y sensación de abuso, el empleado ha sentido ser una víctima de la estafa y de que su perjuicio ha ido en favor del beneficio empresarial (sin que ello tuviera por qué ser cierto en todos los casos).

La poda del árbol se debe hacer a su justa medida y nunca cortando más de la cuenta, pues puedes terminar matándolo. Actuar tarde o sin incidir en los puntos críticos puede ser un problema para la supervivencia de la empresa, pero actuar en exceso y aprovechándose de la situación puede ser un perjuicio para los empleados que, tarde o temprano, repercutirá negativamente en la empresa, pues aprovecharán cualquier oportunidad para salir del lugar donde no les han visto como personas sino como números. En este caso, la empresa puede estar dejando escapar su talento por haber actuado pensando en el corto plazo y no siendo consciente de las consecuencias futuras de sus actos.

En definitiva, cuidar del equipo humano es la clave del negocio. Cuando llegan épocas difíciles empresa y empleados debemos arrimar el hombro para llegar al punto de rentabilidad que el negocio necesita para mantenerse en situación de no pérdidas y para el mantenimiento de los puestos de trabajo, pero en épocas de bonanza la empresa también debe responder a los empleados gratificando el esfuerzo y la dedicación. Una relación basada en el compromiso mutuo siempre va a ser una relación sana para ambas partes.

jueves, 19 de febrero de 2015

Mente emocional y mente racional ¿cuál es mejor?

Tenemos dos maneras de tomar decisiones: la emocional y la racional. La primera se basa en la mente que siente mientras que la segunda se basa en la mente que piensa.

Todo un entresijo de acciones y reacciones que tiene un sustento biológico protagonizado por un lado por la amígdala, situada en el lóbulo temporal de nuestro cerebro y clave en el sistema neural de las emociones, y por otro lado por el neocórtex, que recubre nuestro lóbulo frontal y es el encargado del análisis y del pensamiento.

La mente emocional, la que actúa de manera rápida y sin reflexión, es muy útil cuando se trata de responder ante situaciones en las que la supervivencia es lo más importante. En situaciones de peligro nuestro cerebro debe reaccionar de manera emocional, pues la respuesta debe ser rápida en el tiempo. La mente racional, en cambio, es la que nos permitirá meditar las consecuencias que pueda acarrear el actuar de un modo u otro y, en función de nuestros intereses, nos permitirá optar por aquella conducta que nos parezca más acertada.

En muchas ocasiones ocurre que la amígdala empieza a responder antes que el neocórtex, que es el encargado de analizar la información y barajar las diferentes posibilidades antes de ordenar a nuestro cuerpo que ejecute una respuesta. La anticipación en la respuesta por parte de la amígdala hace que muchas reacciones emocionales ocurran sin ninguna participación consciente y esto hace que quien actúa bajo este supuesto considere sus convicciones como absolutamente ciertas; es por ello que se hace tan complicado poder razonar con alguien que está emocionalmente dominado.

Sabiendo que las acciones que surgen de la mente emocional acarrean esta sensación de certeza especialmente fuerte y sabiendo también que la mente racional es la que nos permite ser más analíticos, entenderemos por qué muchas veces cuando la mente racional empieza a reaccionar es cuando nos preguntamos "por qué o para qué lo hice", sin entender nosotros mismos nuestro propio comportamiento.



En el ámbito empresarial, por ejemplo, la mente racional es la que debe gobernar para poder dar con las decisiones más acertadas. Sentarte con tu jefe y decirle lo que realmente piensas sería una reacción emocional en la que quedas totalmente al desnudo ante las consecuencias que ello pudiera tener. Sin embargo, la intervención del cerebro racional antes que el emocional te permitirá reflexionar sobre cuál es la mejor respuesta que le puedes dar a tu jefe si quieres tener las consecuencias más o menos controladas.

Como vemos, tanto la mente emocional como la mente racional son buenas y son malas en función del momento y situación en las que impere una sobre la otra. Lo ideal sería decidir cuál utilizar en cada momento, pero muchas veces no tenemos tiempo para pensar en ello y muchas otras ambas se difuminan de tal forma que uno ya no tiene la nitidez necesaria para diferenciarlas y elegir la más idónea para la situación que se presenta. Convendrás conmigo que a veces somos totalmente rehenes de nuestra propia mente y que lo más difícil es encontrar el equilibrio, que se convierte sin duda en la clave para que se lleve a cabo el comportamiento más acertado.

domingo, 8 de febrero de 2015

La vida es un carnaval


  1. Pensar en positivo
  2. Sonreír más
  3. No preocuparse tanto por las pequeñas cosas
  4. Dedicarse más tiempo a uno mismo
  5. Empezar una rutina más saludable

¿Cuántas veces te has planteado propósitos de este estilo? ¿Cuántas veces has intentado dar respuesta a cuestiones como qué hacer para ser un poquito más feliz?.

No hace falta que me lo digas, seguramente hayas pensado ¡¡Muchas!! Y es que a veces nos empeñamos en buscar respuestas cuando son las propias preguntas y los propios propósitos que nos planteamos las claves para aproximarnos a esa meta infinita de la felicidad. No hace falta hacer algoritmos matemáticos, aprender física cuántica ni buscar respuestas en la astrología; todo es mucho más fácil porque las respuestas las tienes ahí mismo, enfrente de ti, en cualquier lugar al que quieras dirigirte y en cualquier actividad que quieras hacer. Porque al fin y al cabo es el “querer” donde está el quid de la cuestión. Hacer aquello que quieres ya es en sí mismo un ápice de la felicidad y, aunque en ocasiones hacemos cosas porque no hay más remedio que hacerlas, siempre podremos compensar esa obligación, ese “no apetecer o no querer hacer”, con actividades que sí nos apetezca realizar.

No voy a descubrirte la sopa de ajo, ni voy a darte las claves maestras para ser feliz, porque eso sólo depende de ti y de lo que tú quieras hacer, pero sí que te detallo a continuación unos mínimos fáciles de cumplir sin los que disfrutar de la vida se vuelve algo más complicado.
  • Activa tu intelecto: es preferible que tus actividades sean activas (leer, escribir, hacer manualidades…) a que sean pasivas (ver la televisión, escuchar música…)
  • Duerme bien: un tercio de tu vida lo dedicas a dormir, ¿qué mejor que dedicar los mejores recursos al descanso? Un buen colchón, un clima tranquilo, la temperatura adecuada…
  • Come sano y haz ejercicio: a todos nos gustan los excesos, pero que estos sean sólo de vez en cuando y sin que perjudiquen el equilibrio dietético y energético que tu cuerpo necesita. El deporte y cualquier actividad que requiera un pequeño sobreesfuerzo es un complemento a tu dieta y a la necesidad de descargar la adrenalina que todos acumulamos a lo largo del día.
  • Comparte, enseña y aprende: cuando uno disfruta más es cuando comparte sus experiencias con otros, cuando se siente útil y cuando aprende cosas nuevas que podrá poner en práctica o que simplemente le aporten nuevos conocimientos.
  • Sonríe: las emociones positivas deben acompañarte varias horas al día. Sonreír te ayudará a liberar endorfinas, generando tranquilidad, euforia y teniendo muchas veces un efecto analgésico sobre tu organismo. Además, recuerda que las emociones son altamente contagiosas; comprueba su efecto sobre quienes tienes a tu alrededor.
  • Siente lo que te rodea: la naturaleza, las personas a las que quieres, las calles de tu ciudad, las actividades que se organizan… aquello que más te guste.

En definitiva, dedícate tiempo y combate el estrés de una forma multidisciplinar. Como decía Celia Cruz, “La vida es un carnaval”, una variedad infinita de colores, formas, contrastes…; aprovecha esta gran variedad que se te brinda y crea tu propia fórmula y tu propia combinación de actividades, hagas la que hagas será la combinación correcta mientras el “querer” sea el que impere. Te dejo aquí su canción que pone el broche musical a este artículo en una semana en la que medio mundo se prepara para celebrar por todo lo alto el Carnaval.