lunes, 27 de julio de 2015

“Engagement” y “café para todos”: incompatibilidad asegurada

Uno de esos términos que ha ido adquiriendo fuerza estos últimos años en el entorno profesional es el de “engagement”, entendido como la implicación y compromiso de un empleado en la empresa en la que trabaja.

A veces cuando se pone de moda un concepto como este, las empresas tratan de ponerlo en práctica mediante nuevas estrategias de comunicación, coaching y formación a los empleados, pero en muchas ocasiones no se es consciente de que existen respuestas mucho más a mano de lo que se cree.

No por dar formación a tus empleados, no por decirles que a partir de ahora vas a poner en práctica una política comunicativa más eficiente y no por hacerles ver que la organización apuesta por el magnífico mundo de la emprendeduría y las redes sociales conseguirás que tus empleados se vuelvan más comprometidos e implicados con la firma. Todo subyace a aspectos más intangibles que siempre han existido, aunque a menudo se han olvidado. Esto es, la motivación, el encontrar un motivo por el que las personas hacemos lo que estamos haciendo.

Partiendo de esta base debemos entender que los motivos por los que cada empleado acudimos cada día a nuestro puesto de trabajo y desempeñamos las funciones que son de nuestra competencia, son diversos, individuales y variables a lo largo del tiempo. Quizás cuando alguien comenzó a trabajar en la organización su principal motivo era el tener unos ingresos que le ayudaran a ser más independiente; con los años se estabilizó económicamente y su principal motivo se centró en poder desarrollar una profesión, adquiriendo nuevos conocimientos y alcanzando nuevas metas; posiblemente, más adelante sus motivos vuelvan a cambiar y la promoción interna sea el principal motor de su actividad diaria. En definitiva, como ejemplo, cada uno tendrá sus motivos y por eso nunca podremos atender a todos los empleados bajo el mismo criterio. El “café para todos” ya no sirve, ésta es ya una filosofía que debería extinguirse en las empresas, pues si bien asegura la motivación de aquellos cuyos intereses estén alineados con el ofrecimiento de la empresa, asegura también la desmotivación de todos aquellos a quienes no se les está atendiendo sus necesidades de manera individual.


No podemos ni debemos aplicar las mismas tácticas de engagement a todo el equipo. Debemos atender individualmente a cada persona y darles, en la medida de lo posible, aquello que necesitan para mantenerles motivados. Ahorraremos mucho tiempo y energía en hacerlo de esta manera, sin pretender cambiar las actitudes de los empleados con tácticas grupales (comunicación, formación, ofertas…) que pueden no estar cubriendo las expectativas de la plantilla al completo.

Es importante que recuerdes que si tienes a todo tu equipo motivado no tendrás que esforzarte tanto en mejorar actitudes; en este caso, el engagement estará asegurado.

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