viernes, 14 de agosto de 2015

No hay necesidad de reprimirse

En varias ocasiones he hablado de la “marca”, no sólo desde un punto de vista individual sino también vinculada al entorno profesional. Es evidente que está de moda hablar de marcas y, aunque siempre han estado ahí, parece que con el boom de las redes sociales se admite la existencia de una interconexión entre las diferentes marcas que nos rodean: marca personal, profesional, empresarial, ciudad, país…

"Dime dónde trabajas y te diré cómo eres"
"Dime dónde vives y te diré cómo piensas"
etc.

Son falacias que en el fondo admiten esa relación existente entre las diferentes marcas bajo las que podemos estar etiquetados.

Esta interconexión inevitable y necesaria puede llevarnos en muchas ocasiones a reprimir ciertos aspectos personales por no “manchar” las marcas que van más allá de nuestro propio yo. Las redes sociales tienen mucha culpa, pues en ellas opinamos, compartimos, publicamos y, en definitiva, nos hacemos más transparentes y estamos más desnudos ante la sociedad en la que vivimos.

Como este blog habla principalmente de nuestro entorno más personal y profesional voy a tratar de relacionar ambas marcas porque entre ellas hay compatibilidades, pero también muchas incompatibilidades. Quizás en tu empresa los valores y la cultura que imperan no son exactamente los que como persona te caracterizan, aunque profesionalmente tengas que estar alineado con ellos. Este antagonismo entre lo que en tu vida personal haces o te gusta (marca personal) y la manera de pensar o actuar que existe en tu entorno laboral (marca profesional) es la que puede llevarte en ocasiones a cometer errores. Por un lado dejando ver en demasía tu lado personal, que según para quien te vea puede estar lacrando esa imagen que empresarialmente se exige o, por otro lado reprimiéndote en tu faceta más natural y humana, al ser consciente que no quieres contradecir lo profesional. Tanto el primer error como el segundo te están causando choques internos ya que no te permiten ser totalmente libre y te obligan a estar pensando constantemente en lo que dices, haces o publicas en tus perfiles sociales.

En definitiva, vincular totalmente tu marca personal a la marca empresarial, por ejemplo, supone una pérdida de libertad importante ya que te ves obligado a medir en todo momento lo que dices, reprimiendo parte del cómo eres en realidad por ser cómo dicta tu empresa que seas. Si esto ocurre en tu día a día y en tu círculo más próximo ya no digamos cuando entra en juego el elemento de las redes sociales, que extienden esta información hasta lugares y velocidades prácticamente incontrolables.

Una manera de evitar o al menos minimizar esta vinculación es lograr separar los perfiles sociales vinculados a nuestra marca personal de los vinculados a la marca empresarial. En muchas ocasiones se ha obviado este punto y la gente ha creado perfiles en todas las redes sociales que se iban poniendo de moda, sin tener en cuenta que quizás no todas fueron creadas para darles el mismo uso. Tu perfil en Facebook o Instagram, por ejemplo, son más idóneos para reflejar tu yo más personal y abriéndolo únicamente a tu entorno social más cercano y no profesional. Twitter o LinkedIn lo son más para lo profesional. Si esta es tu situación, y a veces te sientes ante una incongruencia de marcas, un consejo es que gestiones correctamente los perfiles y redes en las que participas. Es mucho mejor esto que reprimirte y dejar de compartir con otros aquellas cosas que te apetece compartir simplemente por pensar que pueden estar dañando algunas de las marcas que te identifican.



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