martes, 23 de enero de 2018

La humildad lleva al éxito (por Gustavo Rivero)

Comparto con vosotros este artículo que me ha resultado interesante.

El ego nos lleva a tomar malas decisiones, a tener malas relaciones y un falso sentido de invencibilidad.

La humildad no es una cualidad que nuestra sociedad suela identificar con el éxito, ya que no se ajusta bien a otras cualidades: la dirección, la ambición o la ferocidad competitiva (que se equiparan con éxito continuamente). Para cambiar esto, necesitamos considerar la humildad no solamente como una virtud religiosa propia de guías espirituales, sino como una forma práctica de vida.


Según Chopra, desde esa óptica la humildad tiene una gran ventaja: nos permite apartar el ego. En todos los niveles de logro, al ego le gusta reclamar atención y pasamos por alto que el mismo ego nos ciega, lo que nos lleva a tomar malas decisiones, a tener malas relaciones y un falso sentido de invencibilidad. A menudo se dice que no hay "yo" en el trabajo en equipo, pero lo que realmente no debe haber es un "yo" en el camino al éxito, manteniendo los ojos despejados y la mente abierta a todas las posibilidades sin obcecarnos, que es lo que una persona verdaderamente exitosa necesita.

Son recomendables los siguientes pasos como comienzo en la práctica de la humildad:

  1. Mantenga fuerte su actitud de retroalimentación. En cualquier proyecto, los líderes y seguidores se nutren entre ellos. Hay entradas y salidas constantes. Si recibe una entrada sólo de su círculo más cercano, no estará en contacto con la imagen completa.
  2. Sea flexible. No es difícil detectar cuándo alguien quiere escuchar sólo elogios y apoyo a sus propias ideas. Manténgase lo suficientemente flexible para permitir que sus creencias básicas sean desafiadas. Tales creencias hacen que el ego piense que siempre tiene razón, una peligrosa ilusión.
  3. Dé la bienvenida a la crítica. Los líderes que llegan lejos a menudo se sienten inseguros acerca de su posición. Son objetivos constantes de los celos y de la crítica. Dado que esto es inevitable, empiece pronto a abrazar otros puntos de vista, acomodándolos cuando pueda y al menos escuche a sus críticos tomándolos en serio. No hay mejor manera de desarmarlos.
  4. Sea bueno en alertar de las repercusiones y en dar retroalimentación sincera. Todo el mundo toma nota de cómo las alabanzas y las culpas se reparten. Nadie es indiferente. Asegúrese de que sus comentarios no rebajen a nadie y, si tiene dudas sobre sentimientos heridos, consulte a la persona en privado. "¿Estás bien?" no es suficiente. Mire y escuche sus reacciones personales.
  5. No reclame el monopolio de la verdad. Tenga en cuenta que no ve la imagen completa. Esto inculcará el deseo de escuchar tantas perspectivas como sea posible.
  6. “¿Qué necesitan estas personas?”: nunca pierda de vista esa pregunta central. Nunca salga de la sala de reuniones sintiéndose confundido sobre esto. Detrás de cada discusión, alguien necesita algo. Sus necesidades del ego son sólo parte de la mezcla.
  7. Reconozca la diferencia entre lo que alguien necesita y lo que quiere. Todos queremos más de lo que está disponible, así es como se diseña el ego. Pero la mayoría de las veces, lo que realmente necesitamos no está claro. El ego y las emociones se interponen en el camino. Si puede expresar su verdadera necesidad en cualquier situación, sin distraerse por lo que su ego quiere, usted será extremadamente clarividente.

Es innegable que el ego juega un papel esencial. La trampa escondida está en que parece que necesitamos uno todo el tiempo y cuanto más fuerte mejor. Se espera que los líderes sean decisivos, seguros y autodirigidos ante las presiones que vienen de todas las direcciones. Sin embargo, incluso en este escenario del mundo real se debe dejar el ego de lado temporalmente, no sólo para hacer una demostración de humildad, sino para hacer que las cosas funcionen mejor.


06 de Octubre de 2017 
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